Loyle Carner

"Liverpool y Tottenham no llevaban ni 5 minutos disputándose la última Champions League cuando Loyle Carner asomó por el escenario para actuar en la pasada edición de Primavera Sound luciendo camiseta retro del equipo red. El rapero inglés terminó la noche en el bando vencedor, aunque sabe perfectamente que, a veces, no hace falta quedar primero para ganar: con su primer disco, Yesterday’s Gone (2016), no se llevó ni el Mercury Prize ni el Brit Award a los que estaba nominado. Tampoco le hizo falta. ¿Quién dice que de los segundos nadie se acuerda? A Loyle le entra la risa cuando oye eso.

En realidad, le entra la risa por muchas cosas. El tipo está contento, se le ve feliz, vive tranquilo. Tiene todo lo que quiere. ¿Cadenas de oro, litros de Dom Pérignon, una piscina con una foto de su cara estampada en el fondo? No, hombre, no: Loyle es rapero, pero no es ese tipo de rapero. Su vida, la que va despachando con calma sobre algún colchón jazz, puntuales acelerones funk y hip hop de guante blanco, es decorar su nueva casa con la chica a la que quiere, salir a pasear con su perro para darle una vueltita a alguna letra que no termina de salir, ir a comer los domingos con esa madre enrollada a la que hemos conocido en su videoclip para You Don’t Know. No se puede pedir más. Bueno, sí: ¿dos discos de rap como dos soles? Pues también los tiene. Y solo con 24 años que ya le han dado para hacer canciones con Jorja Smith, Sampha o Kate Tempest.

El segundo, el reciente Not Waving, But Drowning, le refuerza en la primera línea de la resistencia rap en tiempos de trap. No parece preocupado por tendencias porque lo que él hace, contar historias, nunca dejará de estar de moda. Especialmente si el narrador es bueno: da gusto oírle, cuenta lo que cuente. Tú sigue largando, Loyle, que aquí estamos para escucharte hasta que tú quieras."